Ópera latinoamericana en clave global | Columna de opinión en revista «Ópera Actual»
En una nueva edición de la revista española Ópera Actual, nuestra directora ejecutiva, Paulina Ricciardi, ofrece un panorama de la ópera latinoamericana contemporánea y las historias que narran estas recientes creaciones presentadas en países como México, Brasil, Colombia, Argentina y Chile. «Escuchar estas óperas –ya sea en un teatro o en plataformas de streaming– es también un acto de apertura hacia otras realidades, otras formas de sentir, de pensar y de narrar. En tiempos en los que el diálogo intercultural ya no es una opción sino una urgencia, la ópera latinoamericana tiene mucho que decir», indica Paulina en su columna.
Por Paulina Ricciardi Mondino, directora ejecutiva de Ópera Latinoamérica (OLA)
Foto: (c) Andreas Simopoulos
Il Guarany, del compositor brasileño Antônio Carlos Gomes, fue la primera ópera latinoamericana en representarse en Europa, en La Scala de Milán en 1870. Ciento cincuenta y cinco años después, el intercambio entre Europa y Latinoamérica sigue vigente, una práctica que se vuelve indispensable en un contexto mundial en el cual las fronteras se desdibujan por el movimiento constante de personas, pues la ópera nos permite conocernos, comprendernos, estrechar lazos y convivir en la esfera global.
¿Qué historias están contando las óperas latinoamericanas en la actualidad? En México, se han presentado tres nuevas obras en el Palacio de Bellas Artes. Gabriela Ortiz estrenó Únicamente la verdad, que narra un femicidio en el contexto del narcotráfico; Marcela Rodríguez propuso La Sunamita, basada en un cuento de Inés Arredondo; y Lorena Orozco Zorros chinos, sobre mujeres sumidas en la pobreza y el machismo.
En Colombia, Juan Pablo Carreño creó una versión de La vida es sueño de Calderón de la Barca; La Digitale, sobre los efectos de la intoxicación por digitoxina; y la música para la película silente Garras de oro, que habla de la separación de Panamá de Colombia. Rodolfo Acosta, en tanto, estrenó la ópera comunitaria Utopía, que explora la esperanza y la reconstrucción en un contexto de conflicto.
Brasil es una fuente inagotable de creatividad: en el Theatro São Pedro de São Paulo, André Mehmari estrenó El Machete, inspirada en el cuento homónimo de Machado de Assis, y Flo Menezes Oposicantos, una acción multimedia que plantea la duda como principio de la inteligencia humana. João Guilherme Ripper, prolífico creador de Domitila, estrena este año Candinho, ópera sobre las memorias de infancia del pintor Cándido Portinari.
Desde Argentina, un ejemplo reciente es Kassandra de Pablo Ortiz, que tiene como telón de fondo la migración y la marginación. Otro referente, con un catálogo de más de diez óperas, es Oscar Strasnoy, quien en 2026 estrenará Dementia, con textos de Ariana Harwicz. En Chile están Sebastián Errázuriz, autor de Patagonia; Víctor Hugo Toro, con Llacolén –basada en la leyenda de la hija del cacique Galvarino y un capitán español–; y Miguel Farías, quien presentó en el Teatro Municipal de Santiago El Cristo de Elqui, basada en la novela de Hernán Rivera Letelier.
Con historias que abordan nuestro pasado con miradas críticas, versiones líricas de obras literarias o tramas ancladas en la contemporaneidad, la ópera latinoamericana es un espejo de identidad de la región a partir de estilos y sonoridades diversas, en las que resuena una inquietud similar: el sentido de responsabilidad de mostrar realidades sociales. Escuchar estas óperas –ya sea en un teatro o en plataformas de streaming– es también un acto de apertura hacia otras realidades, otras formas de sentir, de pensar y de narrar. En tiempos en los que el diálogo intercultural ya no es una opción sino una urgencia, la ópera latinoamericana tiene mucho que decir.