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Paolo Bortolameolli: El conductor chileno debuta en la Ópera de París con «Tosca»

Paolo Bortolameolli debuta en la Ópera de París

El conductor Paolo Bortolameolli, actual director asociado de la Filarmónica de Los Ángeles, California, conversa con Ópera Latinoamérica acerca de su debut en la Ópera de París. En esta ocasión, el chileno debuta con una producción de Tosca, la emblemática ópera de Giacomo Puccini.

 

Todo comenzó como una invitación de su amigo y colega, Gustavo Dudamel. Durante octubre y noviembre, el conductor chileno Paolo Bortolameolli debuta con 11 funciones al frente de la Orquesta de la Ópera Nacional de París, una experiencia que, según él, ha significado un «desafío en términos de la responsabilidad de estar debutando en una casa de ópera tan importante y además con un título muy conocido». Se refiere a Tosca, de Giacomo Puccini, la icónica ópera que esta temporada se presenta con una producción de Pierre Audi y grandes voces como Elena Stikhina, Joseph Calleja y Gerald Finley.

 

Durante esta temporada 2022/2023, Bortolameolli también ha participado como conductor en el Gran Teatre del Liceu para la ópera La flauta mágica (Mozart), además de un debut con la Sinfónica de San Francisco y nuevos conciertos agendados en su natal Chile.

 

Desde París, Paolo nos cuenta más detalles sobre su experiencia en la Ópera de París y también adelanta algunos proyectos para este año y el próximo.

 

¿Cómo se gestó la oportunidad de conducir Tosca en la Ópera de París? ¿Puedes contar un poco de esa historia?

 

Esto fue una invitación directa y personal de Gustavo Dudamel. A Gustavo lo conozco hace ya seis años y hemos desarrollado una fructífera y muy bella relación, tanto profesional como humana o de amistad. Profesional porque yo soy todavía actualmente el director asociado de la Filarmónica de Los Ángeles, donde él es el principal director artístico y musical. Así que me ha tocado en los últimos años trabajar codo a codo con él. Pero, además, con tantos años obviamente se ha entablado una relación de amistad que además tiene este cariz de que Gustavo ha estado siempre apoyando mi carrera, confiando en lo que puedo hacer y eso se ha traducido en invitaciones también fuera del espectro de Los Ángeles.

Una de esas fue justamente esta invitación donde él quería que yo fuera parte de del grupo de directores invitados de su primera temporada como director musical de la Ópera de París. Y es ahí donde surge esta invitación de parte de él para que dirija Tosca. Y eso se convierte en mi debut en esta importante casa de ópera, una de las casas de ópera más importantes del mundo, además con Tosca, un título tan maravilloso y de las grandes óperas de la historia. Sin lugar a duda, una obra maestra de Puccini y de la lírica que me tiene absolutamente fascinado con un elenco extraordinario. Así que estoy realmente disfrutando mis 11 funciones que tengo que dirigir, de las cuales ya llevo siete.

 

¿Qué ha sido lo más desafiante en este debut en la Ópera de París? ¿Cómo te sentiste en la primera función de Tosca?

 

Lo más desafiante del debut de la ópera yo creo que tiene que ver con la magnitud del desafío en términos de la responsabilidad de estar debutando en una casa de ópera tan importante y además con un título muy conocido, donde el público, la orquesta, todos los que son parte de la producción tienen como una idea muy, muy propia, muy personal de lo que Tosca es.

 

Eso es lo que sucede cuando uno se embarca en estos proyectos donde la obra en cuestión es una piedra angular del repertorio, porque de alguna forma todos los amantes de la ópera ya han escuchado Tosca muchas veces en su vida y por lo mismo tienen expectativas muy precisas. Entonces, yo creo que por ahí parte un poco el desafío.

 

Por otra parte, complementaría diciendo que al final de cuentas cuando uno se enfrenta a la música, abre la partitura, ensaya con la orquesta y los cantantes, estás metido en los ensayos de la règie, todo eso ya pasa a ser secundario. Lo que sucede es que te encuentras nuevamente en esa situación de relación con el arte en sí mismo, con la música, y ahí todos los desafíos son parecidos, que es tratar de sacar de esa información escrita, de ese mapa que te dejó el compositor, lo que tú crees es lo más cercano a sus intenciones y a las intenciones del director de escena y a lo que los músicos te tienen que decir y a los cantantes que traen su propia versión, su propio punto de vista. Ahí empieza ese trabajo hermoso, colaborativo, donde todos estamos remando para el mismo lado. Finalmente, cuando llega el día de la función, te entregas a eso, te entregas a la música.

 

Honestamente, yo creo que cuando estás sumergido en eso se te olvida un poco el contexto. Por supuesto que cuando estás en el camarín antes de salir y te estás vistiendo y de repente vienen esos flashes y dices “Guau, estoy en la Ópera de París. Hoy día es la primera función.” Creo que después del primer aplauso, cuando entras al escenario y te diriges a la orquesta después y vas a levantar la batuta para que suene el primer acorde, que además son estos tres tremendos acordes tan dramáticos y cinematográficos que representan a Scarpia, el villano de Tosca, ahí ya se te olvida el contexto y estás solo por y para los cantantes, para la orquesta y para la partitura, para la música. Eso es lo que finalmente predomina.

 

 

¿Cómo ha sido el trabajo junto a la orquesta de la Ópera de París?

 

El trabajo junto a la orquesta ha sido hermoso. Es una orquesta extraordinaria, una gran orquesta de ópera, en el sentido de cómo puedes constatar en su sonido, su forma de seguir, su flexibilidad para acompañar, su oído atento a los cantantes y al gesto del director. La tremenda experiencia que tienen dedicándose de forma primordial a la ópera tienen otro tipo de comportamiento que obedece mucho a las condiciones naturales de la ópera. Que la ópera tiene que ser un buen matrimonio entre lo musical y lo teatral. Por lo tanto, no es solo la música, tampoco es solo el teatro, sino que es esa plasticidad que hay que encontrar para que tanto las ideas musicales logren su espacio para expresarse de forma orgánica. Las melodías, la armonía, los cantantes, el formato. Todo. Todo aquello que tiene que ver con la música, pero al mismo tiempo sin que entorpezca al ritmo teatral que está ocurriendo arriba y viceversa.

 

En ese equilibrio es donde la orquesta es fundamental, porque la orquesta de ópera sí entiende eso y por eso es por lo que está siempre escuchando muy atentamente todo lo que está ocurriendo, hasta las últimas sutilezas, que por cierto son cosas que además siempre están cambiando. Todas las funciones son distintas. Esto no es un cliché. Es verdad que lo es. Siempre hay algo a lo que hay que reaccionar de otra forma: una respiración más larga, a lo mejor más corta, o una respiración que no se había hecho antes en los cantantes o un tiempo extra que se están tomando para un detalle netamente teatral que en esa noche tenía más sentido. Entonces hay que alargar algo.

 

Son infinidades de microdetalles que pueden ocurrir y que finalmente la orquesta está ahí respondiendo al más mínimo detalle. En ese sentido, mi experiencia con esta orquesta ha sido fantástica. Realmente he disfrutado muchísimo el trabajo, muchísimo. En cada una de las funciones me gusta la energía que se produce, me gusta lo atento, me gusta el sonido que tienen, es un sonido presente y poderoso donde la música realmente es muy protagónica.

 

¿Podrías adelantarnos qué proyectos tienes a futuro?

 

En diciembre vuelvo a Chile por un mes y medio primero porque tengo un concierto sinfónico con la Filarmónica de Santiago en el Teatro Municipal de Santiago, donde yo soy el principal director invitado. Vamos a hacer la Sinfonía N°2 “La Resurrección” de Gustav Mahler. Luego, en enero, también en Chile, vamos a celebrar los 30 años de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, donde yo soy director musical y vamos a hacer una mega celebración porque estrenaremos en Chile la Sinfonía N°8, también de Mahler, así que va a ser un granito para nuestra propia historia local del mundo sinfónico.

 

Es un proyecto donde estamos juntando muchas fuerzas. Ya sabemos la magnitud de la obra en sí, pero además hemos convocado a 14 coros y a ocho solistas chilenos. La orquesta va a ser una versión especial donde la base es la actual Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil. Pero además como invitados van a venir exmiembros de la Orquesta Sinfónica que hayan participado en algún momento de estos 30 años. Entonces va a ser una experiencia muy bonita, de reencuentro, de generaciones compartiendo atril. Es algo muy bonito que me tiene muy contento. Luego, tengo un par de conciertos sinfónicos más en Finlandia, donde voy a dirigir la Filarmónica de Helsinki en la Sinfonía N°2 de Brahms.

 

Desde el mundo de la ópera, el próximo año dirijo dos óperas, una que me tiene tremendamente entusiasmado, que es Ainadamar, del compositor argentino Osvaldo Golijov, que la hago en la Michigan Opera Fair de Detroit, una obra fantástica que recién acaba de tener su estreno en Escocia y es la misma que se va a hacer en Detroit. Eso va a ser en abril. La otra ópera que dirigiré será Il Viaggio a Reims a fines de año en el Municipal de Santiago.