«La zorrita astuta» de Leoš Janáček inaugura la Temporada 2025-2026 del Liceu

«La zorrita astuta» de Leoš Janáček inaugura la Temporada 2025-2026 del Liceu

El Gran Teatre del Liceu inaugura la Temporada 2025-2026 con La zorrita astuta de Leoš Janáček, dirigida por Josep Pons. Barrie Kosky firma una producción simbólica que, mediante la luz, evoca el ciclo eterno de la naturaleza. La soprano rusa Elena Tsallagova, gran especialista mundial en el papel de Bystrouška, encabeza el reparto, con Peter Mattei como Guardabosques y Paula Murrihy como Zorra.

 

La temporada 25/26 del Liceu se inaugurará el 22 de septiembre con la nueva coproducción de La zorrita astuta de Janáček con propuesta escénica de Barrie Kosky (reposición de Andreas Weirich) y las voces principales de Elena Tsallagova, Peter Mattei y Paula Murrihy. Dos días antes, el 20 de septiembre, el título se estrena con una función exclusiva del programa Ópera entre generaciones, a un precio de 35 € para compartir mayores y jóvenes la pasión por la ópera. En la temporada en la que se celebran los 25 años del Petit Liceu, La zorrita astuta, primer título de la temporada, se ofrece con entradas a mitad de precio respecto a una ópera escenificada convencional, en todas sus funciones.

 

La inteligente producción del director de escena Barrie Kosky huye de los colores verdes de la naturaleza y de los árboles falsos del bosque en el que se ambienta la obra. Los cantantes que interpretan a los diferentes animales van vestidos de colores y no caracterizados como animales, lo cual contrasta con la ropa negra de sus homólogos humanos. Un espectáculo imprevisible que nos hace vivir la urgencia de una reflexión sobre cómo la humanidad se relaciona con el planeta. Esta coproducción con la Bayerische Staatsoper de Múnich contará con el Coro infantil del Orfeó Català, dirigido por Glòria Coma, y con el Coro del Gran Teatre del Liceu, dirigido por el maestro Pablo Assante. La escenografía corre a cargo de Michael Levine, el vestuario de Victoria Behr y la iluminación de Franck Evin.

 

Foto: David Ruano

 

El director Josep Pons, gran conocedor del compositor y de su prodigiosa escritura orquestal, realizará una lectura magistral de la obra. El barítono sueco Peter Mattei ofrecerá una interpretación conmovedora y sabia como Guardabosques. Elena Tsallagova encarna a la pequeña Zorra, y Paula Murrihy a la Zorra carismática. La zorrita astuta será la primera ópera que se retransmitirá en directo a través de Liceu OPERA+ de la temporada. Unos días después, quedará disponible en la plataforma con una versión especial editada, accesible para todos los abonados.

 

Se trata de la primera vez que se representa en el Teatro La zorrita astuta de Janáček en el idioma original (checo). La primera y última vez que la obra subió al escenario del Gran Teatre del Liceu, en la temporada 2001-2002, se utilizó una traducción al inglés. También es la primera vez que el maestro Josep Pons dirige esta partitura.

 

Foto: David Ruano

 

Una obra maestra del siglo XX sobre la belleza de la vida y la muerte inevitable

 

La zorrita astuta es una de las obras compuestas por el compositor checo Leoš Janáček en su vejez, a punto de cumplir 70 años. Inspirado inicialmente en un simpático cuento infantil checo, el músico decidió adaptar la historia original para abordar aspectos de naturaleza filosófica que le preocupaban en aquel momento de su vida: la relación entre los seres humanos y los animales, y el ciclo de la naturaleza, que siempre exige el tránsito necesario de la muerte para poder renacer y renovarse. Escrita en un lenguaje armónico heredero del romanticismo y del mejor modernismo, es una de las grandes óperas del siglo XX.

 

Se trata de un cuento infantil que se convirtió en una reflexión filosófica para adultos. La historia original era una simpática colección de travesuras de la zorrita astuta, pero Janáček percibió un matiz: también trataba la relación entre los seres humanos y los animales, y el destino inevitable de la protagonista —lógicamente, la muerte— no lo observó como algo patético, sino como un rito de paso necesario en la eterna rueda de destrucción y renacimiento que caracteriza el mundo natural. A partir de esta idea, Janáček se reunió con Tesnohlídek (el poeta que había publicado el cuento original en 1920 en el diario Lidové Noviny) para pedirle permiso para adaptar la historia y decidió escribir él mismo el libreto.

 

Foto: David Ruano

 

En la ópera no desaparece el tono ligero del cuento —hay momentos tiernos y humorísticos—, pero la carga principal reside en la representación realista de la naturaleza y sus procesos. Cada uno de los actos ocupa un periodo en la vida de la protagonista, la zorra Bystrouška: en el primero, la vemos como cachorra y cómo pasa su juventud en cautiverio, después de ser capturada por el Guardabosques; una vez liberada del cautiverio, en el segundo acto la seguimos en la madurez, desde que engaña a un tejón para quedarse con su madriguera hasta que se enamora de un zorro de pelaje dorado; finalmente, el tercer acto es el de la muerte —Harašta, el Cazador furtivo, la mata fríamente de un disparo— y el renacimiento, ya que Bystrouška ha tenido crías y la historia volverá a comenzar. En definitiva, es una ópera para reír y llorar, para emocionarse y compadecerse, articulada a partir de un lenguaje musical de gran belleza que combina el romanticismo del siglo XIX con el modernismo del XX.

 

Foto: David Ruano

 

Una producción simbólica de Barrie Kosky

 

La producción dirigida por Barrie Kosky, que se estrenó en la Bayerische Staatsoper de Múnich —teatro coproductor de la puesta en escena junto al Liceu—, respeta los temas centrales de la ópera y trata la obra como una pieza inteligente, seria y madura. No en vano, lo primero que se ve al subir el telón es un funeral: unos hombres, vestidos de negro y envueltos en la penumbra del escenario casi sin iluminación, arrojan tierra sobre un hoyo, que se convertirá en un elemento escenográfico recurrente. En clara conexión con el final de la ópera, están enterrando a la zorrita astuta. Pero después de la muerte, llega un nuevo ciclo.

 

La gran innovación técnica de la idea escénica de Barrie Kosky: en lugar de reproducir el bosque —y el resto de localizaciones— con decorados, se sirve de un espeso cortinaje de luces que, ocupando todo el espacio del escenario en sentido horizontal y vertical, ayuda a construir los lugares de la historia. Esta flexibilidad, además, permite que la ópera se represente íntegramente sin interrupciones, uniendo los tres actos en un arco temporal de 100 minutos.

 

Kosky ha querido ser fiel al espíritu de Janáček: el humor aparece solo puntualmente y se evita la tentación de convertir la ópera en un espectáculo para público infantil. Aun así, el director no renuncia a su sello, como en la escena de la fuga de la zorrita, que remite a la estética del teatro de variedades y recuerda la pantomima indicada por el compositor. En conjunto, sin embargo, la producción es sobria y simbólica: los humanos visten de negro, los animales lucen ropas claras que reflejan la luz y crean un aura mágica.

 

El resultado es una lectura centrada en la idea que atraviesa toda la ópera: la vida es una corriente eterna que exige un ciclo constante de muerte y renacimiento. Kosky sustituye el humor directo por el encanto de una escenografía de luces que se expande en los momentos de plenitud vital y se estrecha en los puntos decisivos: el amor de Bystrouška y Zlatohřbítek, la muerte de la protagonista y las escenas del Guardabosques. La zorrita astuta no es una ópera para niños, pero esta producción nos invita a redescubrirla con la sorpresa y la inocencia de las primeras veces.

 

Foto: David Ruano

 

Josep Pons sobre La zorrita astuta

 

El director musical del Liceu, Josep Pons, nunca había dirigido La zorrita astuta, aunque conoce muy bien la obra de Janáček: La misa glagolíticaLa Sinfonietta o El diario de un desaparecido. Pons destaca que su escritura es muy peculiar, sobre todo en un momento como el suyo, en el que se produjo un cambio de paradigma musical.

 

Con palabras de Josep Pons, “cuando una música se mueve dentro de un lenguaje conocido, es fácil leerla y entenderla. Pero cuando hay un cambio de estilo, como ocurre con Janáček, hay que buscar una nueva manera de escribir. Esto lo hace más complejo. Se requiere una investigación para traducir esos ritmos al lenguaje escrito”.

 

El director musical del Liceu destaca la originalidad de la escritura de Leoš Janáček y su manera única de traducir la realidad al lenguaje musical. “Los sonidos de animales en esta ópera no tienen un valor naturalista, sino expresivo, simbólico e incluso humorístico”, afirma Pons, recordando que el interés real de la obra es la relación entre animales y humanos, una convivencia que roza la fábula sin serlo estrictamente.

 

Finalmente, Pons recuerda el carácter vitalista de la ópera, que el propio Janáček quiso que sonara en su funeral: La zorrita astuta habla de los ciclos de la vida y de la continuidad más que de la tragedia. “Si tuviera que describir esta partitura con una sola palabra, diría ‘genial’. Recoge la tradición del XIX y al mismo tiempo aporta elementos absolutamente modernos”.

 

Foto: David Ruano

 

Momentos musicales clave

 

En la partitura de La zorrita astuta se combinan elegantemente distintos estilos de composición: el postromanticismo checo —con abundancia de danzas y melodías populares—, el modernismo alemán y también varios pasajes en los que se aprecia la influencia del impresionismo francés.

 

En el primer acto, el interludio Ze nevis, coma mé? / Pantomime describe el paso de una noche oscura a un alba radiante con una paleta orquestal que recuerda a Debussy y Ravel. Es uno de los fragmentos más bellos de toda la partitura y simboliza la liberación de Bystrouška.

 

El segundo acto alcanza su clímax con el dúo entre Bystrouška y el zorro Zlatohřbítek (Proč zrovna mě?), un encuentro amoroso que, a través del entrecruzamiento de las dos voces femeninas, expresa con un lirismo desbordante la pasión, el instinto vital y la continuidad de la especie.

 

Finalmente, en el tercer acto, el Guardabosques protagoniza su gran monólogo (Ale není tu Bystroušky!), un aria con canto declamado y lleno de intensidad lírica. Este pasaje retoma elementos del inicio de la ópera y condensa el mensaje central de la obra: la vida y la naturaleza siguen su curso en un ciclo eterno de renacimiento.

 

Foto: David Ruano

 

Un reparto exquisito con sello catalán, liderado por la soprano rusa Elena Tsallagova

 

En la última temporada del maestro como director musical del Liceu, abordar La zorrita astuta es un paso más en el largo camino de perfección orquestal que ahora enfrenta una nueva etapa de gran exigencia. La magnitud de la orquesta es gigantesca, requiere un gran número de voces blancas y adultas, además de un coro adulto y otro infantil, lo que hace que sea una obra ideal para que el maestro Josep Pons la dirija con su habitual gusto y eficiencia.

 

La orquesta es un elemento esencial en esta ópera, tanto como las voces: Janáček incluyó en su desarrollo diversos interludios orquestales —principalmente para expresar el paso del tiempo, ya fuera un alba, la llegada a la edad adulta de la zorra o el nacimiento de sus crías—.

 

En el reparto está la máxima especialista actual en el exigente papel de BystrouškaElena Tsallagova. Los otros papeles centrales de la ópera, el Guardabosques y Zlatohřbítek, el zorro carismático de pelaje dorado, también están a cargo de dos magníficos cantantes: el barítono sueco Peter Mattei y la mezzosoprano Paula Murrihy.

 

Janáček indicó en la partitura que, dado el gran número de personajes secundarios en la ópera, era recomendable que algunos cantantes interpretaran dos roles, fueran humanos o animales. Así, por ejemplo, el tenor David Alegret es, por un lado, el Maestro de escuela, pero, por otro, también el Mosquito; la mezzosoprano Mireia Pintó canta los papeles del perro Lápak y el Pico; la también mezzosoprano Anaïs Masllorens reparte sus roles entre la Mujer del Guardabosques y el Búho, y el bajo mexicano Alejandro López hace lo mismo entre el Rector y el Tejón. Otros cantantes se reparten el resto de papeles menores: el barítono serbio Milan Perišić es Harašta, el Cazador furtivo, y el tenor José Manuel Montero es Pásek, el Hostalero. En definitiva, un equipo con alta presencia de cantantes del país, amplio y con experiencia para resaltar todos los matices de La zorrita astuta.