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Con La Valquiria el Teatro Real prosigue la presentación de El anillo del Nibelungo de Richard Wagner

La valquiria © Klaus Lefebvre

Se ofrecerán 9 funciones de La Valquiria, entre el 12 y el 28 de febrero, con la producción de la tetralogía wagneriana concebida por Robert Carsen y Patrick Kinmonth, procedente de la Ópera de Colonia. El director musical invitado del Teatro Real, Pablo Heras-Casado, estará al frente de dos elencos y de la Orquesta Titular del Teatro Real, con 108 músicos en los atriles.

 

Entre los días 12 y 28 de febrero el Teatro Real ofrecerá 9 funciones de La valquiria, de Richard Wagner, segunda de las cuatro óperas que conforman el ciclo El anillo del Nibelungo, que se está presentando en cuatro temporadas sucesivas, con dirección musical de Pablo Heras-Casado y dirección de escena de Robert Carsen.

 

Estructurada como los antiguos dramas griegos, la monumental tetralogía wagneriana comienza con la ópera El oro del Rin, prólogo explicativo de la saga, presentado la pasada temporada. Le sigue ahora La valquiria, que narra la génesis del héroe Siegfried, fruto del amor incestuoso entre los gemelos Siegmund y Sieglinde ─hijos extramatrimoniales de Wotan, concebidos en una de sus múltiples aventuras amatorias con mortales, disfrazado de Wälse─, de quien el dios espera recibir ayuda en el futuro para la conquista del poder supremo, materializado en la posesión de El anillo del nibelungo

 

La relación incestuosa de los dos hermanos, fruto a su vez del adulterio de la gemela Sieglinde, es maldecida y perseguida por la irascible mujer de Wotan, Fricka, y protegida por La valquiria Brunhilde, hija predilecta del dios, que a lo largo de la ópera descubre el amor, la compasión y vulnerabilidad de los mortales y experimenta una transformación interior que determinará el devenir de toda la epopeya. 

 

En su concepción de El anillo del nibelungo, el director canadiense Robert Carsen, junto con el escenógrafo y figurinista Patrick Kinmonth y el iluminador Manfred Voss, trasladan el universo mitológico wagneriano a un mundo también metafórico, pero más cercano a nuestra realidad, en el que las luchas de poder, las pasiones y las relaciones entre los personajes son más fácilmente reconocibles por el espectador actual.

 

Siguiendo tangencialmente el pesimismo filosófico de Arthur Schopenhauer  y en la estela del dramaturgo y crítico Bernard Shaw, quien veía en la tetralogía wagneriana una alegoría de la sociedad estratificada en clases, Carsen deja patente en su puesta en escena el poder destructivo del capitalismo feroz, cuando la ambición desenfrenada de poder y de riqueza conduce inevitablemente a la destrucción de humanidad, de las relaciones interpersonales y de los lazos familiares.

 

La valquiria © Klaus Lefebvre

La valquiria © Klaus Lefebvre

 

Si en El oro del Rin el espectador era confrontado con un planeta destrozado, en el que los dioses (ricos y poderosos), los gigantes (proletarios insumisos) y los nibelungos (una especie de escoria social), luchaban por la posesión del anillo (dinero y poder); en La valquiria, el contexto es ya de una guerra explícita. Los dioses, aislados en un lujoso búnker (el Valhalla) ─con sus luchas, pactos, maquinaciones, traiciones y conflictos conyugales─ mueven con prepotencia y altanería los hilos del universo, hasta la irrupción del amor verdadero y pasional, con la vacilación de Brunhilde y su insumisión a los dictámenes del todo poderoso Wotan…

 

La nieve, con todo su poder metafórico y plástico, enlaza La valquiria con la ópera precedente, y enfatiza sus cuadros más intimistas, con una heladora capa, que el fuego del amor, que se divisa al final de esta primera jornada de la saga, derretirá… 

 

Dos repartos wagnerianos darán vida a la partitura, bajo la dirección de Pablo Heras-Casado, encabezados por Stuart Skelton y Christopher Ventris (Siegmund); René Pape y Ain Anger (Hunding); Tomasz Konieczny y James Rutherford (Wotan); Adrianne Pieczonka y Elisabet Strid  (Sieglinde); Ricarda Merbeth y Ingela Brimberg (Brünnhilde), secundados por Daniela Sindram (Fricka) y las ocho valquirias. 

 

La gran saga wagneriana proseguirá en las dos próximas temporadas, con SiegfriedEl ocaso de los dioses, en la que seguiremos los pasos del héroe de la tetralogía, desde su glorificación hasta el cataclismo final, en el marco de la misma producción creada por Carsen y Kinmonth, con su visión implacable e inquietante del mundo real, pero con un rayo de esperanza, porque “solo la consciencia de los problemas de la humanidad y de nosotros mismos, permite su solución.” 

 

Las funciones de La valquiria están patrocinadas por la Fundación BBVA como parte de su programa de Música, que se concibe como un recorrido completo por las distintas formas en que la sociedad puede beneficiarse y disfrutar de esta manifestación artística. 

 

La valquiria © Klaus Lefebvre

La valquiria © Klaus Lefebvre

 

ACTIVIDADES PARALELAS

Como actividad paralela a La valquiria se proyectarán en la sala principal del Teatro Real las dos películas de Fritz Lang (1890-1976) que conforman Los nibelungos: La muerte de Siegfried (21 de marzo a las 20.00 h.) y La venganza de Krimilda (28 de marzo a las 20.00 h.). Los filmes, con guión Thea von Harbou (1888-1954), esposa del director, están inspirados en el poema épico medieval El cantar de los cantares, una de las fuentes primordiales de Richard Wagner en su Tetralogía.

 

Para acompañar las películas, la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Nacho de Paz, interpretará las partituras originales que el compositor Gottfried Huppertz (1887-1937) –colaborador de Fritz Lang en varios proyectos─ creó para acompañar ambos filmes. El mismo equipo –Lang, Harbou y Huppertz- dejaría su impronta en la historia del cine con Metropolis, la pionera película expresionista de ciencia ficción.

 

Pese a que la música de Huppertz acompaña a una película muda, la partitura se aleja de la descripción sonora de la acción y asume una capa más del subtexto fílmico, articulando escenas, comentando acciones y enfatizando el contenido épico de la trama.